domingo, marzo 02, 2008

Hoy puede ser un gran día


Hoy puede ser un gran día,

plantéatelo así,

aprovecharlo o que pase de largo,

depende en parte de ti.


Dale el día libre a la experiencia

para comenzar,

y recíbelo como si fuera

fiesta de guardar.


No consientas que se esfume,

asómate y consume

la vida a granel.

Hoy puede ser un gran día,

duro con él.


Hoy puede ser un gran día

donde todo está por descubrir,

si lo empleas como el último

que te toca vivir.


Saca de paseo a tus instintos

y ventílalos al sol

y no dosifiques los placeres;

si puedes, derróchalos.


Si la rutina te aplasta,

dile que ya basta

de mediocridad.

Hoy puede ser un gran día

date una oportunidad.


Hoy puede ser un gran día

imposible de recuperar,

un ejemplar único,

no lo dejes escapar.


Que todo cuanto te rodea

lo han puesto para ti.

No lo mires desde la ventana

y siéntate al festín.


Pelea por lo que quieres

y no desesperes

si algo no anda bien.

Hoy puede ser un gran día

y mañana también.

Hoy puede ser un gran día

duro, duro,

duro con él.


(Joan Manuel Serrat)

sábado, marzo 01, 2008

LA suma de los Dias de Isabel Allende


Isabel Allende narra a su hija Paula todo lo que ha sucedido con la familia desde el momento en que ella murió. Como lectores vivimos, junto con la autora, la superación personal de una mujer con una fuerza inspiradora, rodeada siempre de amigos y familiares. Su historia es emotiva, pero también está repleta de humor, personajes pintorescos y anécdotas caóticas y divertidas sobre la complicidad, el amor, la esperanza, la magia y la fuerza de la amistad.

En él, y a partir de la terrible experiencia de perder a su hija, Isabel Allende llevaba a cabo un honesto y detallado balance de su vida, dedicado a una interlocutora que ya no pertenecía a este mundo. Lejos de ser triste, éste es en cambio un relato vital, sabio y humorístico de la vida sin Paula: sobre la familia, la tradicional y los nuevos modelos, la maternidad, las relaciones de pareja, la infidelidad, la religión... Por esta nueva narración desfilan personajes memorables, comenzando por la propia madre de la autora, que es capaz, desde la distancia, de aconsejar adecuadamente a su hija en los momentos de crisis. También su amiga Tabra, diseñadora de joyas que busca novio por internet, la nieta del esposo de Isabel Allende, Sabrina, que será adoptada por dos lesbianas budistas… El mundo de esta autora está lleno de amor, de contrariedades y de hechos notables. Pero sobre todo, esta obra está escrita por una mujer de fuertes convicciones y cuya principal cualidad es y ha sido la valentía

Este es el comienzo del libro:
“La Musa Caprichosa del Amanecer”


No falta drama en mi vida, me sobra material de circo para escribir, pero de todos
modos llego ansiosa al 7 de enero. Anoche no pude dormir, nos golpeó la
tormenta, el viento rugía entre los robles y vapuleaba las ventanas de la casa,
culminación del diluvio bíblico de las recientes semanas. Algunos barrios del
condado se inundaron, los bomberos no dieron abasto para responder a tan
soberano desastre y los vecinos salieron a la calle, sumergidos hasta la cintura,
para salvar lo que se pudiera del torrente. Los muebles navegaban por las
avenidas principales y algunas mascotas ofuscadas esperaban a sus amos sobre
los techos de los coches hundidos, mientras los reporteros captaban desde los
helicópteros las escenas de este invierno de California, que parecía huracán en
Louisiana. En algunos barrios no se pudo circular durante un par de días, y
cuando por fin escampó y se vio la magnitud del estropicio, trajeron cuadrillas de
inmigrantes latinos que se dieron a la tarea de extraer el agua con bombas y los
escombros a mano. Nuestra casa, encaramada en una colina, recibe de frente el
azote del viento, que doblega las palmeras y a veces arranca de cuajo los árboles
más orgullosos, aquellos que no inclinan la cerviz, pero se libra de las
inundaciones. A veces, en la cúspide del vendaval, se levantan olas caprichosas
que anegan el único camino de acceso; entonces, atrapados, observamos desde
arriba el espectáculo inusitado de la bahía enfurecida.
Me gusta el recogimiento obligado del invierno. Vivo en el condado de Marin, al
norte de San Francisco, a veinte minutos del puente del Golden Gate, entre cerros
dorados en verano y color esmeralda en invierno, en la orilla oeste de la inmensa
bahía. En un día claro podemos ver a lo lejos otros dos puentes, el perfil difuso de
los puertos de Oakland y San Francisco, los pesados barcos de carga, cientos de
botes de vela y las gaviotas, como blancos pañuelos. En mayo aparecen algunos
valientes colgados de cometas multicolores, que se deslizan veloces sobre el
agua, alterando la quietud de los abuelos asiáticos que pasan las tardes pescando
en las rocas. Desde el océano Pacífico no se ve el angosto acceso a la bahía, que
amanece envuelto en bruma, y los marineros de antaño pasaban de largo sin
imaginar el esplendor oculto un poco más adentro. Ahora esa entrada está
coronada por el esbelto puente del Golden Gate, con sus soberbias torres rojas.
Agua, cielo, cerros y bosque; ése es mi paisaje.
No fue la ventolera del fin del mundo ni la metralla del granizo en las tejas lo que
me desveló anoche, sino la ansiedad de que inevitablemente amanecería el 8 de
enero. Desde hace veinticinco años, siempre empiezo a escribir en esta fecha,
más por superstición que por disciplina: temo que si empiezo otro día, el libro será
un fracaso, y que si dejo pasar un 8 de enero sin escribir, ya no podré hacerlo en
el resto del año. Enero llega después de unos meses sin escribir en los que he
vivido volcada hacia fuera, en la bullaranga del mundo, viajando, promoviendo
libros, dando conferencias, rodeada de gente, hablando demasiado. Ruido y más
ruido. Temo más que nada haberme vuelto sorda, no poder oír el silencio. Sin
silencio estoy frita. Me levanté varias veces a dar vueltas por los cuartos con
diversos pretextos, arropada en el viejo chaleco de cachemira de Willie, que he
usado tanto que ya es mi segunda piel, y sucesivas tazas de chocolate caliente en
las manos, dando vueltas y más vueltas en la cabeza a lo que iba a escribir dentro

de unas horas, hasta que el frío me obligaba a regresar a la cama, donde Willie,
bendito sea, roncaba. Atracada a su espalda desnuda, escondía los pies helados
entre sus piernas, largas y firmes, aspirando su sorprendente olor a hombre joven,
que no ha variado con el paso de los años. Nunca se despierta cuando me aprieto
contra él, sólo cuando me despego; está acostumbrado a mi cuerpo, mi insomnio y
mis pesadillas. Por mucho que me pasee de noche, tampoco se despierta Olivia,
que duerme en un banco a los pies de la cama. Nada altera el sueño de esta perra
tonta, ni los roedores que a veces salen de sus guaridas, ni el tufo de los zorrillos
cuando hacen el amor, ni las ánimas que susurran en la oscuridad. Si un demente
armado con un hacha nos asaltara, ella sería la última en enterarse. Cuando llegó
era una miserable bestia recogida por la Sociedad Humanitaria en un basural con
una pata y varias costillas quebradas. Durante un mes permaneció escondida
entre mis zapatos en el clóset, tiritando, pero poco a poco se repuso de los
maltratos anteriores y emergió con las orejas gachas y la cola humillada. Entonces
vimos que no servía de guardián: tiene el sueño pesado.
Por fin aflojó la ira de la tormenta y con la primera luz en la ventana me duché y
me vestí, mientras Willie, envuelto en su bata de jeque trasnochado, iba a la
cocina. El olor del café recién molido me llegó como una caricia: aromaterapia.
Estas rutinas de cada día nos unen más que los alborotos de la pasión; cuando
estamos separados es esta danza discreta lo que más falta nos hace.
Necesitamos sentir al otro presente en ese espacio intangible que es sólo nuestro.
Un frío amanecer, café con tostadas, tiempo para escribir, una perra que mueve la
cola y mi amante; la vida no puede ser mejor. Después Willie me dio un abrazo de
despedida, porque yo partía para un viaje largo. «Buena suerte», susurró, como
hace cada año en este día, y me fui con abrigo y paraguas, bajé seis escalones,
pasé bordeando la piscina, crucé diecisiete metros de jardín y llegué a la casita
donde escribo, mi cuchitril. Y aquí estoy ahora.
Apenas había encendido una vela, que siempre me alumbra en la escritura,
cuando Carmen Balcells, mi agente, me llamó desde Santa Fe de Segarra, el
pueblito de cabras locas, cerca de Barcelona, donde nació. Allí pretende pasar sus
años maduros en paz, pero, como le sobra energía, se está comprando el pueblo
casa a casa.
—Léeme la primera frase —me exigió esta madraza.
Le expliqué una vez más la diferencia de nueve horas entre California y
España. De primera frase, nada todavía.
—Escribe unas memorias, Isabel.
—Ya las escribí, ¿no te acuerdas?
—Eso fue hace trece años.
—A mi familia no le gusta verse expuesta, Carmen.
—Tú no te preocupes de nada. Mándame una carta de unas doscientas o
trescientas páginas y yo me encargo de lo demás. Si hay que escoger entre contar
una historia y ofender a los parientes, cualquier escritor profesional escoge lo
primero.
—¿Estás segura?
—Completamente.



Que les guste tanto como a mí, buena suerte.


sábado, febrero 09, 2008

Transportador y Fichero


Etapas que comienzan bien termina bien, aquí estoy con mi uniforme que use durante siete meses y que hoy, gracias a mi esfuerzo, estoy dejando a un lado para integrarme al equipo de archivos clínicos en clc.
No deja de darme cosquillas en el estomago, por este nuevo periodo de mi vida laboral, pero confío en que todo saldrá bien y que por sobre todo lo haré bien.
Doy las gracias a el “jefe”, quien me soporto durante estos meses en el servicio de mensajeria de la central aramark en clc, quien me dio los conocimientos y las oportunidades para dar a conocer mis capacidades, tanto intelectuales como laborales.
Son muchas las personas a las cuales debo agradecer por lo entregado y las ayudas que me brindaron, que sin ellas hoy no estaría integrándome a este nuevo equipo, como no nombrar a la Marielita (florita), que con su simpatía, alegraba las tardes de los ficheros en la UMP, o a la Fabiola, de Medicina interna, que con sus argumentos convenció a la jefa de archivos para que me contratara (es la mama de ella), a la Sra. Cecilia, de la Sub Dirección Medica, que con sus consejos tome la mejor decisión. Y así una larga lista de nombres de las secretarias de los distintos servicios de la Clínica:

Mariela (Cirugía Plástica) Cecilia (UMP)
Catherine (Oftalmología) Pía León, Mary (Gine Sur)
Prisilla (Cirugía Adulto) Mª José, Natalia (Climaterio)
Marta, Doris y Gabriela (Gastroenterología) Normita (UMR)
Mª Olga (Urología) Miriam, Paula y las Coleguitas
Camilla (Dermatología) (Cardiología)
Teresa (Traumatología) Jessica, Mª Antonieta (Neurología)
Yanira (Ontología) Fabiola (Otorrino)
Elizabeth (Obesidad)
Camila Andrea (CEPA)
Claudia (DSM)
Patricia (Contraloría Médica)
Zafira (Gerencia de Enfermería)
Patricia, Angélica (Pediatría Norte)
Araceli (Medicina Interna)
Inés (Pediatría 2º piso)

Y a todas las demás secretarias de la Clínica y a las Auxiliares de enfermería que me ayudaron en la tarea de resepcionar las fichas que transportamos.

Buenas Personas


Este es un buen grupo de personas, las conocí un fin de semana, bueno, en dos, fue una jornada organizada por las Parroquias de la Compañía de Jesús en Santiago, la Foto fue tomada el ultimo de los dos fines de semana en Valparaíso, aprendí mucho de estas personas, me reencontré con viejos camaradas de la Parroquia, fue muy lindo ese reencuentro.

domingo, noviembre 05, 2006

Otra version de EL SUEÑO IMPOSIBLE

Soñar lo imposible soñar.
Vencer al invicto rival.
Sufrir el dolor insufrible,
Morir por un noble ideal.
Saber enmendar el error.
Amar con pureza y bondad.
Querer. En un sueño imposible,
Con fe una estrella alcanzar.
Ese es mi afán,Y lo he de lograr,
No importa el esfuerzo.
No importa el lugar.
Saldré a combatir y mi lema será.
Defender la virtud aunque deba.
El infierno pisar.
Porque sé que si logro ser fiel.
A tan noble ideal,
Dormirá mi alma en paz al llegar.
El instante final.
Y será este, un mundo mejor,
Porque yo, sin rendirme jamás,
Busque, en mi sueño imposible,
Poder, una estrella alcanzar.

miércoles, noviembre 01, 2006

Don Quijote

Con fe lo imposible soñar
al mal combatir sin temor
triunfar sobre el miedo invencible
de pie soportar el dolor
Amar la pureza sin par

buscar la verdad del error
vivir con los brazos abiertos
creer en un mundo mejor
Es mi ideal

la estrella alcanzar
no importa cuan lejos
se pueda encontrar
luchar por el bien
sin dudar ni temer
y dispuesto al infierno afrontar si lo ordena el deber
Y yo se

que si logro ser fiel
a mi sueño ideal
estará mi alma en paz al llegar

de mi vida el final
Y será este mundo mejor

si hubo quien despreciando el dolor
combatió hasta el último aliento
Con fé a la estrella alcanzar.

sábado, octubre 21, 2006

DIELECTO DE VIVOS


Noche de asperezas
de errante sonambulismo callejero
de susurros fantasmales.
El timón gobernante
por encontrados deseos.
Todo atenta
contra su lucidez y cordura.
El frío demoníaco lo congela
-lo transforma-
en un escultural bulto humano.
La locura errante
con la suavidad de una brisa
y el sollozo tímido de su conciencia
inunda su voz
de sonidos intraducibles.

viernes, octubre 13, 2006

PENSAMIENTO


Cuando caiga la oración
y tu te acuerdes de este amor,
que para ti ya es una pasión,
pensarás y te quedarás con dolor.
Tendra pena, entonces llorarás
recordando con fe y cariño
a ese amor que nunca olvidares,
porque te quiso con un alma de niño.
Pero luego, como algo que se ha esfumado,
recordarás que mi corazón juró amarte
como aquél primer beso consagrado,
que será la ilusión hasta encontrarte.